sábado, 21 de agosto de 2010

El inicio

Mucho antes de Muad'Dib, en los últimos días del Imperio Antiguo, la humanidad perdió su vigor.

La civilización terrestre se había esparcido por las estrellas, pero llegó a un momento de estancamiento.


Carente de ambiciones, la mayoría de la gente permitía que máquinas eficientes se encargaran de todas las tareas cotidianas.


Poco a poco, los humanos dejaron de pensar, soñar... o vivir.


Entonces, llegó un hombre del lejano sistema de Thalim, un visionario que adoptó el nombre de Tlaloc, en honor de un antiguo dios de la lluvia. Habló a las multitudes lánguidas, intentó revivir su espíritu humano, sin logros aparentes. Pero algunos inadaptados escucharon el mensaje de Tlaloc.

Estos nuevos pensadores se reunieron en secreto y buscaron formas de cambiar el Imperio, siempre que pudieran derrocar a sus estúpidos gobernantes. Renunciaron a sus nombres de pila y asumieron los apelativos de grandes dioses y héroes. Entre ellos descollaban el general Agamenón y su amante Juno, cuyo talento para elegir la táctica adecuada no tenía parangón.


Estos dos reclutaron al experto programador Barbarroja, quien diseñó un plan para transformar las ubicuas máquinas serviles del Imperio en intrépidos agresores, al dotar a la inteligencia artificial de sus cerebros de ciertas características humanas, incluyendo la ambición de conquistar.

Después, varios humanos más se unieron a los audaces rebeldes. En total, veinte mentes geniales formaron el núcleo de un movimiento revolucionario que derrocó al Imperio Antiguo.

Victoriosos, se autodenominaron los titanes, en honor a los dioses griegos más antiguos. Guiados por el visionario Tlaloc, los veinte se distribuyeron la administración de planetas y pueblos, e impusieron sus dictados gracias a las agresivas máquinas pensantes de Barbarroja. Conquistaron casi toda la galaxia conocida.

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